jueves, 25 de octubre de 2012

ESTRÉS Y DEPRESIÓN ENCOGEN EL CEREBRO

La depresión mayor y el estrés crónico pueden causar pérdida de volumen cerebral, un trastorno asociado tanto al deterioro emocional como al cognitivo. Un equipo de investigadores ha descubierto porqué ocurre esto, un interruptor genético que origina pérdida de conexiones cerebrales en los humanos y de presión en modelos animales.

Los hallazgos muestran que este interruptor genético reprime la expresión de varios genes que son necesarios para la formación de conexiones sinápticas entre las neuronas, lo que a su vez podría contribuir a la pérdida de masa cerebral en la corteza prefrontal.



El equipo de Ronald Duman, profesor de psiquiatría, neurobiología y farmacología en la Universidad de Yale en Estados Unidos, analizó tejidos de pacientes deprimidos y no deprimidos donados por un banco de cerebros especializado, y trató de hallar diferentes patrones de activación de genes.

Los cerebros de los pacientes que habían estado deprimidos mostraron niveles más bajos de expresión en los genes necesarios para conformar la estructura de la sinapsis y su funcionamiento.

Según investigadores, el estrés de la vida diaria puede llevar a cambios en el cerebro que nos hacen más vulnerables a enfermedades y desordenes mentales, desde la depresión a la adicción y condiciones de comportamiento.

Según la doctora Rajita Shina,profesora de psiquiatría y Neurobiología de la Universidad de Yale en Estados Unidos, sucesos de la vida diaria pueden provocar estrés y llevar a un encogimiento en ciertas partes del cerebro, responsables de regular las emociones y el metabolismo. Además encontró que no son los elementos traumáticos los que tienen mayor impacto, sino los efectos acumulativos de una vida de estrés que pueden provocar daños importantes en el volumen del cerebro.


Al tomar imágenes del cerebro y analizarlos el equipo de investigadores fueron capaces de distinguir como los diferentes tipos de estrés afectan a diferentes zonas del cerebro. Eventos recientes de la vida, como un accidente traumático, una pérdida de trabajo o una condición médica, pueden afectar predominantemente nuestra conciencia emocional. Conforme esta parte del cerebro se encoge, empezamos a perder contacto con nuestras emociones, y actuamos de una manera inapropiada. Cuando vivimos una enfermedad crónica o perdemos a un ser querido, parecen afectar a nuestros centros de estado de ánimo de forma más aguda, sesgando nuestra habilidad de regular el placer y la recompensa. Volúmenes menores en estos centros del cerebro, han sido ligados a la depresión y a otros trastornos de humor como la depresión.



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